jueves, 3 de julio de 2014

Efectos de una nueva medicación


Hace un par de meses estuve en el psiquiatra, al principio fueron las típicas preguntas rutinarias que te suelen hacer, como casi siempre que vas... pero en esta ocasión, se percató de las heridas de mis brazos y me preguntó por ellas...

Le contesté sinceramente y le hablé de mi ansiedad por la comida y que éstas eran producidas cuando me apretaban las ganas de comer e intentaba evitar picotear y comer de forma compulsiva... le hable de mis atracones a deshoras y que no conseguía erradicar esta conducta que tan de cabeza me está llevando y que esas heridas eran la consecuencia de intentar afrontar la situación, que eran mi escape y, claro, no le gustó nada... 

Me propuso darme una medicación que me ayudara a disminuir el hambre para poder reducir mi ansia y que no me produjera más heridas, porque era una conducta que a la larga podría convertirse en un problema si se convertía en un hábito, y acepté... mi cuerpo no tiene la culpa de que la ansiedad me gane la batalla con respecto a la comida y no sepa frenarme a tiempo, bastante tengo ya con los empachos y dolores de estómago que tengo después... 

Me explicó qué me iba a mandar (Topiramato una medicación que usaban las personas epilépticas pero que a la vez la utilizaban para este tipo de problemas) cómo debía empezar a tomarlas y el tiempo que tendría que estar ingiriéndolas (que no era otro que hasta que volviera a consulta), al menos en un principio, me advirtió que si tenía algún problema la llamara, pero que no era lo habitual... y que por supuesto, no era algo que podía dejar de tomar de forma brusca sino gradualmente. 

Ok. Todo entendido. Me fui a la farmacia. Compré el medicamento. Y al inicio de la siguiente semana (más que nada por llevar un control) comencé con la nueva medicación.

Al principio, todo bien, pues todos sabemos que hay que dejar pasar unos días para que ésta haga su efecto y notemos el resultado, pero conforme fueron pasando los días y las semanas... sí, yo notaba como que a pesar de tener hambre y apetito, cuando me sentaba a comer, no comía tanto, en seguida me cansaba... cuando me daba ansiedad picoteaba algo, pero era más por costumbre que por otra cosa y poco a poco ha ido a menos hasta el punto de ya no hacerlo y de echo ya no me doy esos atracones que antes hacia, ya no picoteo, ya no hay compulsiones... se puede decir, que está haciendo efecto... 

Sin embargo, conforme fueron pasando los días, y yo empecé a sentirme cada vez más y más cansada de lo que ya estaba, lo atribuía al calor, la primavera, cambio estacional, pues hacía poco tiempo leí en algún sitio sobre la "Astenia primaveral", pues parece ser que en este período de cambio nos agota más de lo habitual provocándonos cansancio, poco aguante, dolores de cabeza, etc... y si una persona "normal" ya se ve afectada por esto... imaginaos una persona con todos los problemas emocionales que tengo yo...

Y no fue hasta que, al fin fui al endocrino que, hablando con la médica sobre lo que me pasaba, descubrimos que era la medicación lo que me causaba tanto sueño y por eso me iba quedando dormida por todas partes... 

Claro, yo no contaba con los efectos secundarios que en ocasiones pueden causar ciertas medicaciones...  Casi nunca me había pasado, tan solo al principio con la Paroxetina, pero en pocos días desaparecieron...

Tan cansada y adormilada estoy que ni me había parado a pensar que ese cansancio era producido por la nueva medicación... incluso llegué a pensar que era déficit de hierro, pues ya en ocasiones anteriores por la misma época me había ocurrido, pero no era así, mi analítica está perfectamente y no podía ser otra cosa... 

Ya han pasado varias semanas de esa visita al endocrino y sigo tan cansada como entonces, he terminado de aumentar hasta la dosis que la psiquiatra me dijo que debía tomar y estoy que me caigo de sueño, me siento cansada a todas horas, agotada, por no decir extenuada, y lo único que me apetece hacer es dormir, dormir y dormir... no tengo fuerzas para hacer nada más... 

Hace unos días estaba tomando café con una amiga y ésta me estaba hablando y yo no hacía más que bostezar y dar cabezadas, se me cerraban los ojos y yo no podía evitarlo. Parece que cuanto más trato de hacerlo más me cuesta y más sueño me entra. Ella me daba en el brazo: "¡¡Tía, que te duermes!!" me decía todo el rato. Le expliqué lo que pasaba y en cuanto pude me disculpé y me fui a casa. Me daba vergüenza estar así allí y a cualquier sitio que voy me pasa lo mismo.
Creo que nunca antes había dormido tanto como lo estoy haciendo ahora. He pasado de dormir tres horas por las noches a poder dormir doce horas de tirón, lo que no he hecho en mi vida ¡¡si para eso antes me tenían que medicar!!

En fin, esperaba que esto se me pasara, pero veo que no es así. 
Dentro de unos días he de volver al psiquiatra y le hablaré sobre ello a ver qué es 
lo que me dice al respecto y la posible solución que me da.


No hay comentarios:

Publicar un comentario