sábado, 12 de noviembre de 2016

¡¡Menuda fiesta!!


¡¡Y, por fin, puedo soltar prenda!!
Como os comentaba en post anteriores, 
últimamente me encontraba en un estado tanto anímico, 
físico y mental, muy agotada. 
Tantas cosas y proyectos de golpe en la cabeza pasan factura, 
pero sí es cierto que guardar un secreto durante dos meses 
para que una persona en concreto, 
 no se entere y se lleve una gran sorpresa, pesa mucho sobre las espaldas. 
Es mucha la tensión que se acumula, los nervios y el estrés 
de la organización y planificación de una fiesta de cumpleaños para tu hermana 
y tener que estar mordiente la lengua para que no se te escape nada, 
estar pendiente que familia y amigos tampoco les pase lo mismo...
 ¡¡uff, es complicado!! 
E aquí, una de las mayores causas de las que estos meses me he encontrado tan mal, 
tan cansada y descentrada; los nervios son muy malos. 
¡¡Qué se lo digan a mi cuñado!! 
El pobre estaba peor que yo.
Pero, afortunadamente, puedo decir que al final todo salió más que bien. 
40 años. 
Esos son los años que cumplió mi hermana la semana pasada 
y queríamos montarle una gran fiesta, familia, amigos... 
Se quedó francamente alucinada por el despliegue y el lugar al que la llevamos. 
Hay que decir que el restaurante era una auténtica pasada. 
Y nos atendieron muy bien.
Todos se portaron genial, fue una noche increíble, 
de esas que se te quedan grabadas en la memoria para el recuerdo, 
en una palabra: "inolvidable". 
La verdad es que a estas alturas, todos juntos somos como un gran familia. 
Risas, llantos, besos, abrazos, diversión por un tubo, buen rollo... 
gente sana y con ganas de pasarlo bien. 
Hubo de todo esto y más. 
Como salimos fuera de Elche, contratamos un bus 
para que nadie tuviera que coger el coche y así evitarnos posibles disgustos. 
Una vez de regreso a la ciudad, el que quiso seguir con la fiesta lo hizo 
y el que no, se marcho a casa. 
Ya os imagináis dónde acabé. 
De fiesta, por supuesto. 
Si ya llevaba una noche previa sin dormir (por motivos de trabajo) 
qué más daban dos, ya pillaría la cama al día siguiente. 
Momentos así sólo se viven una vez en la vida 
y hay que disfrutarlos lo máximo posible. 
Una vez pasado, quedan las fotos, 
una gran cantidad de fotos que se fueron haciendo a lo largo de la noche.
¡¡Madre mía, meduda fiesta nos montamos!!
Ahora que ya han pasado unos días, me doy cuenta de la carga que llevaba, 
de la liberación que siento, en cierto modo.
 Me encuentro mucho mejor, más descansada, espabilada, 
centrada, con más ánimo y energía. 
Estoy durmiendo más horas y mejor... 
Sin embargo, echo en falta ese gusanillo que me recorría el estómago de 
"ya falta poco para el gran día". 
A pesar de los nervios y todo lo acontecido antes del día, mereció la pena, sin duda. 
Salió muy bien, perfecto. 
Y ya tenemos ganas de repetir  ^_^


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